domingo, 28 de febrero de 2010

Seineldín por su esposa, Marta Labeau.


¿En que circunstancias lo conoció al Coronel Seineldín?


Lo conocí bajando de un tren en Monte Caseros (Corrientes) acompañando a una amiga esposa de un jefe de él. Él estaba en la estación con su jefe y ahí lo conocí.


Además de sentir amor hacia él. ¿Sentía admiración?


No, ¿Ahora admiración?, no. Yo lo respetaba en lo que él hacía pero era convencida de lo que hacía estaba perfecto.

A veces uno viéndolo todo los días no puede decir admiración pero sí, estaba muy bien lo que él hacía.

Me daba no admiración sino orgullo de ver que era tan honorable, tan decente, que amaba tanto la Patria sus FFAA pero todo se ha trastocado ahora.


¿Cómo vivió los meses que el Coronel estuvo en Malvinas?


Ah eso sí, tenía un orgullo impresionante porque fue el amor de su vida. Desde que nos casamos él siempre decía las Islas Malvinas, hablaba de que los ingleses no las iban a devolver. Siempre, era Capitán, Teniente 1° y me decía de que hay demasiado, de que el subsuelo, hablaba todo.

Cuando llegó a Jefe de Unidad del 25 (RI 25), lo primero que me dijo al pisar el Regimiento :”Pensar que tengo 800 soldados, ciento y pico de suboficiales, una Unidad completa, estoy tan cerca de Malvinas, como la invadiría”.

Así que el día que vinieron a decir que él iba a invadir, invadir no, recuperar las Islas, él lo dijo por televisión “Fue el momento más emocionante de mi vida” y yo creo que sí, fue el momento más emocionante de su vida.


¿Cómo fue su vida en Panamá?


El trabajaba como siempre, demasiado. Entonces los jefes en Panamá toda la vida le pedían ayuda, que los ayude a formar esto, a hacer esto.

Cuando vinieron a pedírselo a mi marido se dedicó de lleno y organizó el Colegio Militar, la Escuela de Guerra porque no era posible de que los oficiales se recibían en distintos países, se recibían en Perú, en Brasil, y entonces cada uno venía con una formación distinta y eran un montón de oficiales que tenían instrucciones distintas.

Organizó todo eso, trabajó, trabajó inmensamente y yo fui Presidenta de los Agregados Militares, hicimos trabajo, siempre mostrando lo que era la Patria.


¿Alguna vez usted se arrepintió de que su marido haya elegido la carrera militar debido a los peligros que corría su vida?


No. Él se había casado con la Patria y con el Ejército antes de conocerme a mí, eso lo supe siempre.

Siendo civil yo siempre lo cargaba y le decía “A vos te sale el verde de adentro”, era militar en toda su formación, un hombre organizado, prolijo, le daban un trabajo y se levantaba a las 6 de la mañana y empezaba a trabajar y yo le decía “Estás viejo- lo embromaba- no trabajes así”, “No, no, tengo que hacer esto”, y hacía planillas y escribía y formaba, arreglaba empresas, era su vida, fue así.


¿Qué significaron los levantamientos carapintadas para su marido?


No se. A él lo vinieron a buscar a Panamá para pedirle que por favor salve el Ejército y él vino, cosa que yo no estaba quizás de acuerdo pero él vino, les hizo caso.

Vino y no se, él pretendía solucionar los problemas del Ejército y nada más, que eran grandes, ahora está demostrado que no queda nada.

Tenemos un Chile armado totalmente, un Brasil armado totalmente y nosotros en el medio, eso es lo que conseguimos.

Seineldín luchaba por eso. Le encantaba estudiar las problemáticas, ver, cuando avisó que venía la subversión nadie le creyó, explicaba que iba a venir una guerra subversiva y nadie le creía. Después en todo, con el problema del Ejército.

Cuando Menem lo llama electo Presidente, no había asumido, le pide que reestructure el Ejército, Seineldín acepta ese ofrecimiento y se pone a trabajar firma esto, firma lo otro y le arregla.

Después Menem traiciona, tenemos cuando se le hizo el juicio la foto de él firmando la documentación que él había firmado aceptando la reestructuración del Ejército.

Él le decía un Ejército rápido, aunque sea viviendo en carpas pero rápido, muy organizado, traiciona y entonces vino todo lo que vino después.

Siempre fue para salvar el Ejército sin un poder sin una misión, él organizó todos los que se iban a retiro, los que se quedaban, él también se iba a retiro.

Era su personalidad hacía todo pero él se iba a retiro, él no ambicionaba nada, él no quería un cargo, no quería puestos no quería nada pero Menem es un político y mi marido no era político.

Él trabaja con eso de la traición, Zulema, que era amiga de mi marido, nos decía, después va a venir y le va a decir: “Pero Coronel somos de la misma raza, venga”, pero él traicionó y fue no el inicio, quizás con el gobierno anterior se inició (Alfonsín), pero el declive del Ejército, es terrible.


¿El gran enemigo de Seineldín fue Carlos Menem?


Seineldín no lo consideraba enemigo. Era un traidor, traicionó, la prueba está en lo que hicieron.

Yo si hablo por mí diría que es un sinverguenza pero si hablo por lo que era Seineldín, él en ningún momento ni siquiera se molestaba, lo habían traicionado y nos llevó a lo que nos llevó.

Él le escribió una carta informándole que había mucha disconformidad porque él no cumplía con lo que había pactado con él y entonces lo meten preso en San Martín de los Andes porque esa carta fue directo al Presidente, que era el Comandante en Jefe, lo llevan a ahí y después se desata el 3 de diciembre.

Él estaba preso en San Martín de los Andes y, por supuesto, se hizo responsable de todo, era lo que pensaba, era su gente, era distinto, ese era Seineldín.


¿Qué significó los años de cárceles?


Yo a veces pienso esos muchachos, estos militares estaban en Caseros en unas condiciones infrahumanas tenían un patiecito, hacía calor, viento, lluvia, ahí podíamos reunirnos y unos bancos todos deteriorados de los presos y venían los guardia cárceles y decían este es para el Coronel que es el que está en mejores condiciones, ellos le tenían respeto.

Salían todos como si vinieran no sé de donde, de una mansión, salían todos impecables, todos derechos, Seineldín nunca tuvo queja de ellos, nunca.

Un día le digo. “¿Dónde apoyas tus cosas?, No, yo tengo, tenía un cajón de frutas, un amigo le hizo una mesita para que tenga como mesa de luz, todo así, estaban llenas de pulgas las camas, pudieron quemarlas con lanzallamas porque no había manera de sacarlas. Ni una queja, nada.

Seineldín trataba de arreglar los problemas, como será la manera de actuar, como celebraban el 25 de mayo, se formaban, el 9 de julio cantaban el himno y terminaban cantándolo todos los presos de los pisos de arriba.

A mí me decían los guardia cárceles “Desde que llegó su marido esto ha cambiado, la gente es distinta, ya no hay peleas, no hay nada, todos respetan”, eso eran los hombres de honor que estaban presos en Caseros, que fue cruel. Caseros fue muy cruel


¿Cómo tomó la familia el indulto a Seineldín juntamente con Gorriarán Merlo?


Acá vino Menem que decía Gorriarán Merlo- Seineldín, Seineldín- Gorriarán Merlo, él los entrelazo porque él odiaba a Gorriarán Merlo y, entonces, como quería ensuciarlo a Seineldín y no sabía como ensuciarlo porque no tenía como, entonces, decidió mezclarlo con Gorriarán Merlo.

Cuando llega el indulto, el indulto no podía venir para Gorriarán Merlo porque el indulto viene a pedido de toda la izquierda, ojo.

Nicaragua, Rigoberta Menchú, Lula hizo mucha presión, toda la gente de izquierda firmó. Ese fue el pedido pero era por Gorriarán Merlo pero como era un paquete Gorriarán Merlo- Seineldín, entonces, dijeron, que tenía un cáncer terminal que se estaba muriendo y lo dejaron, ahí le dieron la amnistía.

Al hacerlo Seineldín dijo que no lo hacía si no salía toda su gente y salieron todos.


¿Qué significó para el Coronel la creación del PPR, Partido Popular de la Reconstrucción, que preside el Capitán Breide Obeid?


Estaba totalmente de acuerdo. Seineldín en la cárcel le había dicho, les daba misiones a cada uno, y él es licenciado en Ciencias Políticas, es un muchacho muy capaz, muy honorable, buen padre de familia y Seineldín le decía “Vos tenes que ocuparte, usted tiene que ocuparse siempre de la parte política”, y él forma ese partido al cual mi marido le dio todo el aval pero no participó nunca del partido.

Si querían un consejo se lo daba, si querían que los apoyaran, él los apoyaba pero él no participó nunca.

Por eso que me dijeron un día “Sos la Presidenta honoraria del partido”, Seineldín no participó nunca de un partido político.


¿Qué opina del libro de José Minola “Seineldín, soldado de la Patria Grande” que quiere ser una autobiografía?


Ese es otro problema. Ahí el amigo de Seineldín, yo digo Seineldín porque él me acostumbró a nombrarlo por apellido, es muy milico eso, todos se llaman por los apellidos, yo siempre le decía Seineldín, el amigo para el cual él trabajaba (Dr. Deal), le quiere hacer un homenaje y se le ocurre lo del libro.

Entonces este (Minola) que es medio pariente de él, político (consuegro), se lo da a este señor, no se con que intenciones.

Yo creo que en el fondo Minola lo que tiene es celos de mi marido porque él veía que en la empresa Seineldín era todo, que Deal le decía “Si a mí me pasa algo asumís inmediatamente el mando de todo”, le firmó con abogados y escribanos, poder total sobre venta, compra, todo a Seineldín.

Él sabía lo que es mi marido pero como todos lo querían tanto los hijos de él, todos, yo creo que él obró, de mala persona que es, por envidia, celos.

Celos a mi marido, él quería ser algo dentro de la empresa y no era nada.

Yo no lo leí el libro, Seineldín siempre decía que yo tenía mucha visión para esto, cuando lo conocí a ese hombre no me gustó, nos vivía invitando a un campito que tenía la señora en Tandil y le digo: “Yo no voy a ir”.

No lo podía ni ver a él, no se porque pero no me gustaba, que tiene una hija amorosa, unos hijos amorosos, nada que ver con el padre.

Un día voy a un cumpleaños y en una mesa estaba él y se nos sienta en frente y dice: “En el libro a Seineldín le saqué las granadas de la solapa en la foto”, y yo le contesté mal pero mal, le dije: “El hombre que ha hecho eso no tiene idea lo que fue la guerra ni idea de lo que es un comando, ni idea de lo que es un uniforme para mi marido”, eso le dije porque era sagrado para mi marido, entonces, se quedó mudo.

El libro nunca lo leí me quedan algunos acá, estoy por sacarles la foto de mi marido, recortarlas, romperlas y tirarlas.

Yo no lo leí, entonces, no puedo decir que opino, pero se lo que me ha dicho Huguito, lo que me han dicho otros amigos de mi marido que mi marido les dio para leer antes que se imprima y Hugo le tachó creo un capítulo completo, Hugo Abete, otros amigos civiles de mi marido le sacaron cosas y todo lo publicó, ¿Por qué lo hizo?....


¿Minola traicionó de alguna forma al Coronel Seineldín?


Seineldín nunca dijo una palabra pero días antes de irse definitivamente, él nunca venía con problemas de la empresa, me dijo algo como que estaban molestándolo en la empresa y que todos le pedían que él defina que hacía ese hombre yendo a visitar ahí, él me dijo “Creo que voy a pedir que lo saquen”, pero ahí terminó todo porque después se nos fue y no se.

Tuvo la audacia para venir al velorio y venir al entierro. A mí no se me acercó porque yo ni le hablaba.


¿Piensa que la muerte de su marido puede servir para unir al nacionalismo argentino?


Yo no creo en el nacionalismo argentino. ¿Dónde están los nacionalistas argentinos?, todos tienen ambiciones de ser Presidente, todos quieren un montón de cosas, nadie quiere un segundo puesto o tercero, tendrían que unirse y decir:”Yo vengo a barrer la oficina aunque sea pero unamosnos”, pero no se unen, no se unen.

Miren a la izquierda lo que son, yo a veces le decía a mi esposo: “Milo como me gustaría ser de izquierda en este momento, como se unen, como trabajan”, callados, nadie habla pero cuando están seguros largan la bomba, salen afuera.

Como puede ser que Verbisky sea el asesor de la Ministra Garré, tenga la oficina al lado, ¿Qué estamos viviendo?.

Los otros hablan, hablan, los nacionalistas hablan mucho, discursos muy lindos pero ¿Dónde está la unión?, ¿Dónde está?. Abete, un grupo de oficiales y ¿Quién más es nacionalista?, ¿Dónde están?.

Cuando muere el Coronel Guevara había un grupo de nacionalistas y un nacionalista a mi esposo le pidió que hablara el hijo y hablaron, unos discursos bárbaros y todo muy lindo pero ¿Dónde están esos señores?, ¿Qué hacen?, se juntan a hablar y eso no es nacionalismo.


¿Cómo debemos recordarlo al Coronel Seineldín?


Como un hombre que amó con todo a la Patria, un hombre decente a morir. Siempre me decía estando en el extranjero, yo quería comprar algo y me decía “No compres nada, el Ejército, mi Ejército decía, me paga para representar a mi país y para eso he venido para representar”, ese era Seineldín.

Él no odiaba a nadie, él era re bueno, un día le dijo a unos oficiales “Bueno señores ahora vamos a rezar por Menem”, No mi Coronel, no.

“Al cuerpo de Menem yo lo fusilo pero vamos a rezar por el alma de Menem para que se salve”, ese era mi marido.

Él quería a todo el mundo, él quería que todos sean buenos, él ayudaba a la gente, lo que hacía en el Chaco dicen que era impresionante con los indios ayudando, ayudando a la gente.

Me decía “Comprame un regalito para acá, comprame un regalito para allá, comprame esto”, nosotros no tenemos medios como para estar pero siempre me pedía que llevara algo, venía a buscar su ropa y veía que llevaba regalos para el Chaco, ese era Seineldín, un hombre bueno, un hombre decente, un hombre honorable y con un amor a su Patria y a sus FFAA impresionante.


¿Cómo era la religiosidad en él?


Muy católico, muy católico. Un hombre que leía todos los días la Biblia, todos los días leía, rezaba y en la cárcel hicieron eso, en la cárcel rezaban muchísimo.

El Coronel Vega guiaba muy bien porque era un hombre muy espiritual y todos los días rezaban, todos muchachos muy católicos, de comunión diaria.







"La Hora de Juan Cruz" 27 de Febrero.

En el programa del sábado 27 de febrero por AM 1230 se escucharon las siguientes entrevistas a:

- Marta Labeau, Viuda del Coronel Seineldín.

En comunicación telefónica estuvimos con:

- Luis Abanto Morales, cantante.

sábado, 27 de febrero de 2010

Fraternidad 2010: Entrevista a Liliana Aguayo (APRA Callao).


¿Qué nos puede decir del festejo del Día de la Fraternidad?


Se realizó una marcha apoteósica, maravillosa, donde la unidad primó por encima de todo. La Región Callao se hizo presente con su Secretario General y su Secretario de Organización dando una muestra más del bastión aprista aquí del Callao.

Eso ha sido maravilloso, la unidad, la hermandad que reinó entre nosotros.


Una verdadera fraternidad como la palabra bien lo dice, el Día de la Fraternidad.


Así es la palabra, exclusivamente fue la fraternidad, la unidad de los hermanos apristas y, sobre todo, la Región Callao fue muy muy consecuente y fue una algarabía, una verdadera fiesta aprista.


¿Qué opina de la polémica que se generó este año en el APRA de que no haya habido mitin pero sí hubo marcha?


Bueno en realidad en primera intención no estuvimos muy de acuerdo los apristas con el tema de que no haya mitin porque se rompió parte de la fraternidad pero después hemos comprendido de que tenemos demasiado estrés, demasiada junta de actividades, se nos viene el Congreso y todo. Entonces no había tiempo para más y por la unidad y por la calma y por el mismo movimiento que va a traer estas elecciones era necesario hacernos presente como toda la vida lo hemos hecho por el Día de la Fraternidad con un evento que mejor que una marcha de unidad para evitar mayores problemas y reine la unidad entre nosotros.


¿Cuáles son las actividades más venideras dentro del seno del partido aprista peruano?


En estos momentos se viene el Congreso donde se van a definir las secretarias nacionales y algunos puntos de los estatutos como siempre y se viene también el tema de las elecciones para los candidatos al Congreso y a los gobiernos locales y regionales del país.


Con el tema de la Secretaría General del APRA. ¿Usted como aprista considera que Mulder después de una gestión, realmente, muy cuestionada puede volver a ser Secretario General o es preferible confiar la Secretaria General a gente nueva en el partido o a gente con experiencia en el caso que se postule el compañero Jorge Del Castillo?


Realmente en ese tema prefiero abstenerme como dirigente. Yo creo que son los dirigentes, los delegados que van a decidir, y van a decidir de la manera más acertada por el bien del partido.

Yo como dirigente prefiero mantenerme neutra en este tema pero sí se decir que los delegados que van, van a escoger lo mejor para el partido.

No dejamos de saber lógicamente que cuando un dirigente está ya mucho tiempo en un cargo llega a un desgaste pero yo no puedo opinar que ese sea el caso del compañero Mulder puesto que a él lo vemos en todo momento y en todo tiempo trabajando, lo vemos luchando pero no podemos opinar del tema, esperemos que los delegados tomen las decisiones más acertadas y sea por el bien del partido.


¿En el 2011 el APRA puede ser reelecto en el gobierno del Perú, porque muchos obvian hablar del APRA, se habla de Fujimori, Toledo, pero no se habla del APRA. El APRA después de hacer un buen gobierno, como es este del Dr. Alan García, para usted tiene posibilidades reales de ser reelecto en el 2011 el partido aprista peruano?


Yo pienso que sí, yo pienso que sí porque el Dr. Alan Garciá Presidente de nuestro partido ha hecho una buena gestión en la Presidencia.

Yo creo que no habría un peruano que deje de reconocer que independientemente de los temas políticos del APRA él ha hecho un buen trabajo, una buena gestión, el Perú está saliendo adelante, el Perú avanza y así tenemos que seguir por el bien del país y por el bien de nuestros hijos.



martes, 23 de febrero de 2010

"A 30 años de la muerte de Haya de la Torre" : Nilda Rojas Bolívar.


Este año se cumplieron los 30 años de la muerte de Víctor Raúl Haya de la Torre ¿Usted como aprista que recuerdos tiene de él?


En verdad yo tengo una imagen que la retengo en mi pensamiento todo el tiempo y que creo que es el norte de mi conducta como aprista.

Cuando lo conocí a Haya de la Torre recién tenía 16 años. Mi padre me llevó al local de la Casa del Pueblo en Alfonso Ugarte cuando todavía se daban los coloquios en el Aula Magna y estábamos ahí y eran casi las 10. 30, 11 de la noche y yo estaba casi dormitando porque no estaba acostumbrada a ese tipo de reuniones, pero luego entró él, un hombre omnipotente, yo lo veía enorme, un hombre gigantesco, bueno yo soy pequeña, pero a mí me parecía gigantesco no solamente por el tamaño sino por la forma como manejaba el escenario, por la forma como conducía esa reunión.

Entró y la primera pregunta que hizo fue la siguiente, a su estilo como él empezaba los coloquios, dijo: “Para ustedes, ¿Qué es lo que está primero los intereses del partido o los intereses del país?,” entonces una gran mayoría dijo: Los intereses del partido, un grupo minoritario dijo: Los intereses del país.

Haya reaccionó enérgicamente y dijo: “No, ¿Quienes han dicho que estaban primero los intereses del partido?; los intereses del partido están en 2° lugar, los intereses del país están en 1° lugar”, ¿Los intereses personales?, y la mayoría dijo en el 3° lugar, no- dijo Haya- “Ustedes están equivocados, los intereses personales están en el último lugar”.

Realmente esa fue la lección más grande que yo aprendí y el problema yo creo que en todos los partidos políticos, no solamente en el APRA, se presenta cuando se anteponen los intereses personales a los intereses del partido y, por supuesto, se olvidan de los intereses del país.


Usted como recuerda más a Haya de la Torre. ¿Cómo un líder político o como un luchador social?


En verdad yo no creo que Haya fue el gran luchador social sino que fue el filósofo, el político, el social demócrata, el estadista, el humanista y el creador de la doctrina filosófica del espacio tiempo histórico.

Realmente yo creo que si algo hay que rescatar y sentirnos orgullosos los apristas es de esta doctrina que nos dejó Haya de la Torre como un visionario adelantado a su tiempo.


¿Qué significa el Día de la Fraternidad para los apristas?


La fraternidad sirve para conmemorar, de hecho conmemora, el natalicio del jefe del partido.

Él nació un 22 de febrero de 1895 en Trujillo, su ciudad natal, entonces, para nosotros los apristas esa fecha la instauró el “Cachorro” Seoane como el Día de la Fraternidad cuando Haya de la Torre estaba en prisión justamente en una de las tantas prisiones que sufrió por su lucha por la justicia social en el Perú.


El tema acuñado por Haya de la Torre: Indoamérica. ¿Nos puede explicar un poco más porque Haya de la Torre llamaba a nuestro continente Indoamérica?


Efectivamente yo lo sentí eso no solamente cuando tuve que hacer mi primer viaje a Ecuador y luego a Bolivia y después a Colombia, resulta, pues, que somos una misma comunidad andina que tenemos las mismas características, similares problemas, similares logros a veces y yo creo que no podemos dividirnos, o sea, creo que Indoamérica es la Patria Grande.

Así como Estados Unidos es una gran potencia porque ha reunido a todos sus estados, Indoamérica junta debería hacer lo propio. Es esa la concepción de la gran unidad latinoamericana.

No nos olvidemos que Haya de la Torre es el precursor de esta gran integración económica social de los pueblos de Indoamérica.


¿Qué nos puede decir sobre todo a nosotros los jóvenes que no tuvimos la posibilidad de conocerlo a Haya de la Torre, que tenemos que recordar de él básicamente?


Hay que leer a Haya de la Torre. Yo no soy tan joven, yo ya tengo 60 años, pero lo conocí a él cuando tenía 16 años y fue muy poco lo que pude disfrutar de él porque ahí fue la dictadura de Velasco y ya no pudimos tener esa relación mayor como pudieron tener otros compañeros que sí vivieron con él, estuvieron cerca de él.

Lo he conocido más a Haya de la Torre leyendo sus obras, leyendo sus cartas a los prisioneros apristas, leyendo la historia del aprismo en general, leyendo todas sus obras. Sobre todo a mí la que más me ha impresionado es Espacio Tiempo Histórico, yo creo que ahí es donde está lo fundamental del aprismo, es decir, cuando Haya dice hay que conocer la realidad de los pueblos para poder transformarla, eso es lo más vibrante que podemos decir de Haya de la Torre.


O sea la forma que tenemos nosotros los jóvenes de conocerlo a Haya es a través de Haya, a través de sus escritos.


Sí a través de sus escritos. Yo creo que esa es la mejor forma de hacerlo.



lunes, 22 de febrero de 2010

Libro: Andrés A. Cáceres y la Campaña de la Breña: Autor: Hugo Pereyra Plasencia.


¿Qué significó Andrés Avelino Cáceres en la Historia del Perú?

Cáceres significó mucho para el Perú y, en muchos aspectos -hay que decirlo-, es un personaje en cierta manera olvidado. Yo creo que la gente no tiene una idea de lo que verdaderamente significó Cáceres en algunas circunstancias poco conocidas de la vida nacional. Quisiera mencionar dos ejemplos ilustrativos.

En primer lugar, quisiera referirme al significado político, social e internacional de la Campaña de la Breña, que ocurrió en el contexto de la invasión chilena a la Sierra peruana entre los años 1881 y 1883. En segundo lugar, desearía hablar de la negociación del Contrato Grace, cuando Cáceres ya era Presidente. Este último es, probablemente, el aspecto más incomprendido de su actividad pública.

Con relación a lo primero –la Campaña de la Sierra o de la Breña-, cuando Lima cayó el 17 de enero de 1881, se produjo la impresión en Chile, e incluso en los países vecinos y en las potencias de la época, de que la guerra había terminado. Ello aparece muy claro cuando uno lee los periódicos de la época. Nadie pudo vislumbrar que la guerra se iba a prolongar todavía hasta 1883. Algunos de estos comentaristas chilenos y de otros países hablaban entonces sobre la posibilidad de un control permanente de Chile sobre el Perú, de una disminución drástica o de una virtual desaparición de la soberanía peruana, como producto de los reveses sufridos durante el conflicto y, particularmente, luego de la terrible derrota sufrida a las puertas de Lima. Para algunos políticos y comentaristas, el Perú llegó a ser visto como una especie de Polonia, que podía fragmentarse a gusto por encontrarse inerme. Estas percepciones aparecieron en los meses que siguieron a la toma de Lima por el ejército de Chile. No nos olvidemos que era una época muy ruda, de agresiones geopolíticas, cuando el Imperio Alemán era la nueva potencia expansionista en Europa, y el África estaba en manos de potencias europeas que la explotaban de manera brutal e inmisericorde, aniquilando a sus poblaciones con el argumento (confeso o no) de que eran supuestamente “razas inferiores”. En pocas palabras, era un medio internacional muy difícil, proclive a la violencia y a las soluciones de fuerza.

En ese contexto político, y de mentalidad también, ya hablando en Sudamérica, la derrota del Perú fue interpretada, pues, por muchos como la puerta que haría posible una dominación permanente del país, ya sea en forma directa o como satélite. No obstante, al poco tiempo, se vio que se trataba de una visión impracticable. En efecto, al organizar la resistencia en la Sierra, Cáceres demostró que el Perú estaba vivo. Demostró que el Perú estaba organizado, que gran parte de la población estaba dispuesta a tomar las armas, y que el Estado –supuestamente desaparecido luego de la batalla de Miraflores- estaba plenamente vigente. De hecho, un sector organizado de Lima coordinaba muchas labores con las fuerzas de Cáceres en el interior, en la Sierra, donde tuvo lugar lo esencial de la lucha

Hablando del significado de esta campaña, yo creo que esta resistencia fue una respuesta inesperada que al final hizo ver que los proyectos de dominación permanente sobre el Perú no tenían sentido. Parecía difícil de creer que las poblaciones serranas, especialmente las campesinas de origen indio, se hubiesen dado maña para frenar a un ejército que tenía los mejores fusiles y cañones del mundo. Los dirigentes chilenos comenzaron a pensar, de manera cada vez más clara, en sólo imponer una compensación territorial y en evacuar el resto el país. Quedaba así atrás la idea de imponer un recorte -o una desaparición- de la soberanía, que había llegado a ser estimulado por algunos sectores interesados en el exterior.

¿Y cómo se logró esto, precisamente en la Sierra, región del Perú de la cual jamás se pensó que vendría semejante resistencia? Yo creo que el éxito de la campaña tuvo que ver en forma directa con la identificación que Cáceres, un soldado profesional quechuahablante, tuvo con los campesinos organizados. Estrictamente, Cáceres y los campesinos eran paisanos serranos. Había una identificación cultural y lingüística, pese a que Cáceres era blanco y pertenecía a un estrato social superior. En un sentido más amplio, Cáceres articuló una respuesta global, que incluyó no sólo a los campesinos, sino a los terratenientes, a gente de la clase media y a combatientes que venían de todo el país. Cáceres fue, en ese momento, un paladín del Perú: una especie de imán integrador. Se trató de un fenómeno inesperado, porque, como adelanté, la Sierra era relativamente despreciada en una época que privilegiaba más la Costa, especialmente a Lima, dentro de la mentalidad racista de la época. Esta unión propiciada por Cáceres asustó a las fuerzas y, sobre todo, a los líderes del país invasor. Las fuentes chilenas dicen que la Campaña de la Sierra fue terriblemente violenta, por ambos lados. Fue un escenario de masacres contra poblaciones campesinas, de pueblos quemados, pero donde también –como represalia de los campesinos- pudieron verse, no pocas veces, cabezas y miembros de soldados chilenos ensartados en lanzas. De hecho, fue la campaña más dura de la Guerra del Pacífico.

Esta manera de ver la Campaña de la Sierra no es usual en el Perú porque se suele privilegiar la pura descripción de los aspectos militares, sin abundar mayormente en los temas políticos y sociales ni, mucho menos, en la perspectiva que proporciona la ubicación de esta campaña en un contexto internacional.

El otro ejemplo al que quiero referirme con el objeto de hablar del significado que Cáceres tuvo para el Perú, es la negociación del Contrato Grace, ya en tiempos del Cáceres presidente, en su primer período (1886-1889), luego de la Guerra del Pacífico y de la guerra civil que la siguió. Hasta ahora, en muchos sectores el Perú, existe la idea de que el Contrato Grace, que fue producto de una negociación oscura entre el gobierno peruano y los tenedores de bonos británicos de la deuda nacional. Vale decir, se dice que fue un acuerdo totalmente entreguista, un contrato que perjudicó al Perú. La verdad es que, visto de forma desapasionada -y lo han aseverado muchos historiadores- fue al parecer lo mejor que se pudo conseguir en esas circunstancias, porque de alguna manera significaba librarse de una enorme deuda que ascendía a la entonces gigantesca suma de 50 millones de libras esterlinas, a cambio, esencialmente, de la entrega de la red de ferrocarriles peruana durante más de medio siglo. El meollo del asunto es que este alivio financiero fue uno de los factores que permitió al país recuperar su crédito internacional y superar las secuelas de la guerra, así como afirmarse en una senda de avance, aún habiéndose entonces perdido los grandes yacimientos de salitre, que quedaron en manos de Chile. Se encauzó al Perú en una senda de estabilidad. Todo ello, en gran parte, debido a la férrea voluntad política de Cáceres.

Usted escribió un libro sobre Manuel Gónzalez Prada. ¿Hay alguna relación entre Manuel Gónzález Prada y Andrés Avelino Cáceres?

Desde el punto de vista del conocimiento convencional, los peruanos que estudian la Historia del Perú retratan a Gónzalez Prada, casi siempre, como un enemigo de Cáceres, sin hacer matices. Sin duda fueron enemigos políticos, pero también existieron puntos de contacto entre ellos. Para comenzar, en cuanto al estilo. En su Nota al Honorable Cabildo de Ayacucho, de 1883, Cáceres se refirió con meridiana claridad a los “comerciantes enriquecidos con la fortuna pública”, como causantes principales de la debacle en la guerra. Señaló también, por cierto, otras causas. Pero lo que quiero destacar aquí es que, en el aspecto citado, fue exactamente el mismo mensaje que transmitió González Prada en sus escritos más célebres, desde 1888, para explicar una de las poderosas causas de la derrota: la pavorosa corrupción del tiempo republicano, que prácticamente esfumó la riqueza pública y social del guano y del salitre, transformándola en unas pocas fortunas privadas.

En términos políticos, la enemistad entre Gónzalez Prada y Cáceres se produjo de manera clara cuando se negoció y aprobó el Contrato Grace entre 1887 y 1889. De manera equivocada –pienso yo- González Prada pensaba que este contrato era una maniobra más de enriquecimiento ilícito, parecida a las que habían tenido lugar antes de la guerra. No obstante, para antes de su enfrentamiento, no hay nada que impida afirmar que Gónzalez Prada formó parte del grupo de peruanos que consideraron el ascenso de Cáceres a la presidencia, en 1886, como una salida viable para el Perú, como un punto de partida en la llamada reconstrucción o “reconstitución” del país, como se decía en esa época. Pero lo que es interesante es que, pese a lo furibundo que fue el enfrentamiento político entre estos personajes (uno encarnando el radicalismo peruano y el otro representando el militarismo autoritario), González Prada siempre se mostró elogioso, ¡y de qué manera! con relación a Cáceres cuando evocaba la fase heroica de la resistencia contra los chilenos en la Sierra. En cierto texto, escrito en el siglo XX, González Prada llegó a referirse a Cáceres como un personaje que parecía sacado de la Antigüedad. Lo comparó con Aníbal, en alusión a su maestría en la lucha en las montañas. Por eso digo que hay que matizar un poco esta animadversión política que tuvo Gónzalez Prada, colocándola junto con la admiración que el autor de Páginas Libres tuvo con relación al Cáceres patriota y guerrero. Me parece que es lo justo.

¿Qué diferencias hay entre Andrés Avelino Cáceres, que sobrevivió a la guerra, y los héroes que perecieron en ella, como ocurre en los casos de Alfonso Ugarte, Miguel Grau, Francisco Bolognesi y Leoncio Prado?

Cáceres no pereció en la guerra, se salvó, “por un pelo”, en realidad. No quiero contar la anécdota de cómo se salvó de perecer en la batalla de Huamachuco. Basta evocar que su caballo “El Elegante” lo salvó, con sus prodigiosos saltos, de los fusiles y sables chilenos.

Evidentemente, para los peruanos hay una jerarquía. Grau, por ejemplo, está por encima de Cáceres, porque el gran marino fue un mártir de la nacionalidad. De hecho, la muerte da una dignidad especial. Sobre todo la muerte heroica y con sacrificio personal. Pero, pese a esas circunstancias, yo creo que lo que hizo Cáceres en la Sierra, esa capacidad de unir al Perú, de hacer una resistencia tan heroica -tan épica, diría yo- nunca se olvidó. De esta manera, como le ocurrió a Grau, Cáceres también encarnó –a su manera- a todo el Perú. Jorge Basadre, historiador peruano, dice que los ataques políticos (e infundados) que pretendieron después restar méritos a la Campaña de la Breña fueron como “lodo resbalando sobre granito”. Efectivamente, ni siquiera en las épocas de mayor virulencia política contra Cáceres, hacia 1894 y 1895, los peruanos del promedio perdieron jamás este recuerdo de la Breña, que era un recuerdo de heroísmo, de unión y, sobre todo, de lucha colectiva por un ideal superior: la lucha desesperada por la supervivencia del Perú, la brega de una Nación colocada ante el abismo.

Hay otro detalle importante sobre el hecho de que Cáceres haya sobrevivido a la muerte. Creo que al revés de lo que se dice en la historia tradicional, la salvación de Cáceres en la batalla de Huamachuco resultó ser providencial para el Perú. Basadre llegó a decir que “Cáceres debió morir en Huamachuco”, lo que, según él, habría sido un final grandioso para un extraordinario militar. Con la admiración enorme que yo le tengo a Basadre, discrepo con ese punto de vista. Porque pienso que hay que ver el contexto de la época. No hay que apreciar la historia únicamente desde la perspectiva de hoy. Hay que zambullirse en lo que ocurría en 1883 y en 1884. Si hacemos esto, veremos que lo que faltaba en esos años era liderazgo. En efecto, la derrota produjo, entre otros efectos, el pavoroso desprestigio de la clase dirigente peruana, a la que se acusaba de haber sido responsable de la derrota. Y me refiero a toda la clase dirigente, en su sentido más amplio, tanto político como social: terratenientes, guaneros, salitreros, civilistas, pierolistas, alto clero, oficiales de alta graduación y administradores. El dedo acusador apuntaba contra los dirigentes que habían protagonizado casos de corrupción, y contra la falta de previsión de los gobernantes que no habían fortalecido la marina peruana en un momento crucial. Fue una época de ataques devastadores. Se buscaban culpables, en muchos casos, con razón. Por lo tanto, cuando termina la guerra, el Perú era un desierto, políticamente hablando. No había líderes. Todos los sectores dirigentes estaban desprestigiados. Entonces, en ese vacío enorme, aparece este héroe limpio, este héroe valeroso, este héroe con miras claras, con deseo de defender la soberanía del Perú, de levantar al país, que es Cáceres. Era también un líder con popularidad, como hemos visto.

Durante la guerra civil de los años 1884 y 1885, con el apoyo de los campesinos que lo habían ayudado en la guerra internacional, Cáceres se enfrentó a Miguel Iglesias, quien había hecho la paz con Chile. A fines de 1885, venció a Iglesias y entregó el poder a una Junta de Gobierno. Es decir, no se impuso como un militar vencedor. Al año siguiente, en 1886, salió elegido democráticamente en elecciones, y asumió, a mediados de ese año, como una gran esperanza nacional.

Desde este punto de vista, yo pienso que el hecho de que Cáceres haya salido indemne de la guerra internacional (tanto en un plano físico como político) fue muy positivo. Fue él, como presidente de un país en ruinas, quien le dio ese primer gran empujón al Perú. Cáceres le dio ese primer marco de seguridad, que yo no sé si hubiera podido ser conseguido por los sectores dirigentes tradicionales, entre los que incluyo a los partidarios del caudillo Nicolás de Piérola.

En un momento de su vida, Cáceres fue subordinado de Ramón Castilla. ¿Qué aprendió Andrés Avelino Cáceres, referente del Segundo Militarismo, de Ramón Castilla, referente del Primer Militarismo?

Cáceres fue admirador de Ramón Castilla. Cuando era un joven oficial del ejército peruano, combatió en el ejército mandado por Castilla. La tradición oral dice que Castilla conoció al joven Cáceres, cierta vez en que este último fue herido de gravedad en Arequipa, durante una de las guerras civiles, y que le expresó su admiración. Según esta versión, Castilla pronosticó entonces la importancia que el futuro Brujo de los Andes tendría para el Perú.

Así como Cáceres representó un principio ordenador y de cohesión para el Perú en el año 1886, después de la guerra civil, de la misma manera Castilla representó en su momento un principio de orden y renacimiento del Perú luego de las guerras de Independencia y de esas terribles décadas de desorden que la siguieron. A mediados del siglo XIX ese gran tarapaqueño que fue Castilla comenzó a levantar al Perú. Es verdad que contó con la riqueza del guano, cuya explotación crecía por entonces. Pero sería injusto decir Castilla fue bueno sólo porque tuvo los recursos del guano. Definitivamente el guano ayudó de manera sustancial, pero también lo hizo la personalidad y la voluntad de Castilla. De hecho, los presupuestos del Perú comenzaron a hacerse en la época de este presidente. En los años de Castilla fue creado, por ejemplo el Servicio Diplomático, al cual me honro en pertenecer. Castilla también incursionó en el ámbito social: su nombre está asociado al otorgamiento de libertad a los esclavos y a la supresión del tributo indígena, que eran reliquias del tiempo virreinal. Ello no quita que Castilla haya tenido errores y que haya sido, por momentos, muy autoritario. Pero, haciendo sumas y restas, el balance fue muy positivo. Durante sus gobiernos, el Perú fue un país respetado, que no solo comenzó a ordenarse internamente haciendo uso de esta riqueza del guano. También –es preciso recordarlo- tuvo prestigio internacional, porque se erigió en una suerte de líder dentro de los estados del Pacífico para la defensa de Hispanoamérica contra las agresiones y amenazas que provenían de Europa. Debemos recordar que entonces pervivía en algunas potencias europeas la idea de influir en América, o de valerse abiertamente de ella, como ocurrió en el caso de la invasión francesa de México. Castilla fue un propulsor de la defensa continental, de la dignidad de América Hispana contra la prepotencia de las potencias colonialistas. En otro orden de cosas, Castilla fortaleció el poder naval y garantizó la seguridad del Perú. No hay que extrañarse de que Cáceres haya tenido tanta admiración por Castilla, que representó, en palabras, del historiador Basadre, “el único momento cenital” en la historia del Perú del siglo XIX.

¿Qué significó el enfrentamiento de Andrés Avelino Cáceres con otro héroe de la guerra, Miguel Iglesias?

De Iglesias ya hemos hablado antes. Iglesias fue como Pétain, para hacer una comparación con la Segunda Guerra Mundial. Iglesias venía de ser un héroe en la batalla de Chorrillos. Era un líder pierolista que combatió muy heroicamente en esa acción de armas durante la defensa de Lima, donde perdió a su primogénito, Alejandro. No era un militar de carrera, sino un hacendado. Se lo recuerda porque, en el clímax de la campaña dirigida por Cáceres, dio el paso de declarar que había que hacer la paz con Chile. Según el cristal con que se mire, unos dijeron que era traición y cobardía. Otros, que era sensatez.

Esto ocurrió en 1882. Cáceres se volvió, desde entonces, enemigo furibundo de Iglesias, a quien acusó de dividir al Perú. Cáceres obedecía por entonces al gobierno de Montero, que se encontraba en proceso de afirmar su sede de gobierno en la ciudad de Arequipa.

Iglesias se erigió como el líder que quería hacer la paz a toda costa, como el que quería entregar Tarapacá, y no seguir combatiendo, para dar inicio a la reconstrucción. Cáceres representaba la opción de seguir combatiendo. Entonces desde ese momento, como dije, se generó una distancia feroz entre ambos. Pero yo pienso que hay que poner este conflicto en contexto. Cáceres pudo organizar, merced a sus esfuerzos, una gran resistencia en el Centro del país porque no hay que olvidar que esa región tenía una sociedad campesina más cohesionada. El Norte del Perú era más desorganizado y vulnerable, socialmente hablando. Iglesias tuvo una meritoria victoria contra los chilenos en San Pablo, pero sintió que no podía organizar una resistencia efectiva, y que lo único que iba a conseguir era la generación de represalias destructivas por parte de los chilenos. Es preciso que entendamos también su punto de vista, que provenía de un hombre –recordémoslo- que se había comportado como un héroe en la batalla de Chorrillos en 1881, lo que había motivado en su momento la admiración de los mismos enemigos chilenos.

Cuando Cáceres fue derrotado en Huamachuco, en julio de 1883, los “bonos” políticos de Iglesias subieron enormemente. Muchos peruanos que habían sido partidarios de continuar la lucha vieron en esta terrible derrota, pese al heroísmo de los breñeros de Cáceres, la gota que colmó el vaso de la resistencia. Decidieron apoyar a Iglesias.

Esto ocurrió entre julio y diciembre de 1883. En este último mes, Iglesias le ofreció a Cáceres aceptar el instrumento que su régimen había suscrito: el llamado Tratado de Ancón, que cedía la rica provincia de Tarapacá a Chile y le entregaba, por diez años, Tacna y Arica, hasta la realización de un plebiscito. Sin conocer todavía en detalle el tratado, Cáceres rechazó esta oferta y se declaró en rebeldía en la Sierra, diciendo que no podía pisotear “en este extraño retroceso las cenizas de tantas víctimas augustas”. Aludía así a todos los miles de peruanos que habían caído durante las luchas entre las breñas contra las fuerzas invasoras.

Comenzó así un estado de enfrentamiento latente. En junio de 1884, Cáceres reconoció el Tratado de Ancón como “hecho consumado”. No obstante, en agosto, cuando los chilenos subieron a sus barcos y abandonaron el Perú, estalló la guerra civil entre Cáceres e Iglesias. Como dije anteriormente, este conflicto concluyó con el triunfo de Cáceres a fines de 1885. Su entrada a Lima, acompañado de sus guerrilleros indios, fue vista entonces como el inicio de una nueva época en la historia peruana.