Homenaje permanente a la amistad peruano-argentina
Plaza Perú: entre el pasado y el presente
*Ubicada en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, la Plaza Perú no sólo forma parte del paisaje capitalino sino de la simbología que une a dos países. *Historia y actualidad se comunican para fortalecer lazos de dos naciones hermanas.
En un día de paseo durante mis vacaciones en el barrio de Palermo, iba con dirección al Museo de Arte Latinoamericano (MALBA), estaba por las calles Jerónimo Salguero, Av. Figueroa Alcorta y Martín Coronado, cerca de un concurrido Centro Comercial. Descubrí un espacio verde, tranquilo, de curiosa figura liderada por una estatua de gran tamaño y muchos bustos a su alrededor.
El parque estaba bien cuidado, en perfectas condiciones y propicio para una tarde de descanso sintiendo la brisa que informaba que no estaba muy lejos del Río de La Plata. Por sus alrededores, decenas de personas deambulaban atravesando el lugar e instalándose en alguno de los sectores destinados al descanso.
Atiné a acercarme al cartel que rotulaba el nombre del lugar y para mi gran sorpresa y orgullo decía: Plaza Republica del Perú. Era la primera vez que la recorría y mientras lo hacia recordaba con nostalgia lo que en la niñez me enseñaron sobre cada uno de los personajes que allí veía. Así como Isabel Allende definió como karma histórico al recuerdo de su historia en su libro “Mi País Inventado” al mismo tiempo yo defino ese momento como nostalgia histórica.
La plaza fue creada en 1972, época en que la Argentina vivía convulsionada como consecuencia de los vestigios que permanecían debido al Cordobazo, sumadas a las distintas pugnas de poder que se bifurcaban entre un Estado dictador y grupos de izquierda diseminados por todos los rincones del país y que encontraban, muchas veces, en los atentados una forma no sólo de expresarse sino de contraer al Gobierno.
En aquel año, Alejandro Lanusse, presidente de facto, permanecía en el poder bajo severos cuestionamientos y el peronismo reagrupaba fuerzas para el próximo arribo de su líder. La comunidad peruana, predominante estudiantil, en su mayoría se mantenía al margen de las situaciones políticas.
En dicho año, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, bajo la responsabilidad artística de Roberto Burle Marx, paisajista brasilero autor de importantes plazas en América y Europa, inaugura la construcción que además impuso detalles minuciosos como la flora, la iluminación y destacó la escultura del Inca Gracilazo de la Vega.
Era un espacio de peruanidad en donde se enlazaba la historia de nuestro país y se hacía un paralelismo con la sociedad local. Figuras de significativa importancia para el Perú comenzaron a instalarse a través de placas y bustos que rememoraban pasajes fundamentales de la historia del Perú y bajo un justo homenaje que rendía la Argentina.
Con el pasar de los años, esta plaza fue nutriéndose de más personajes. Al hacer un recorrido por su espacio octogonal, encontramos en armoniosa distribución bustos como el de Francisco Bolognesi, hijo de inmigrantes genoveses, Coronel del Ejército Peruano que dio su vida por el país en la Guerra del Pacífico. Al él se le atribuye la emblemática frase “Tengo deberes soberanos que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho” que la pronunció momentos antes de la invasión chilena a Arica en 1880.
Otro de los héroes que está presente en la plaza es el aviador José Abelardo Quiñones, muerto durante la Guerra con Ecuador en 1941. Muy cerca de él hay una larga banca de concreto una placa a Víctor Raúl Haya de la Torre (quien esta por recibir un homenaje por parte de la Legislatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con un busto en su honor).
Mirando a la Av. Figueroa Alcorta hay una figura del almirante Miguel Grau Seminario, El Caballero de los Mares, considerado como máximo héroe de la Marina de Guerra del Perú y fallecido también durante la Guerra del Pacífico. Grau no sólo es sinónimo de valentía sino de intelectualidad, siendo además por varios años congresista representando a su Piura natal.
Vemos así un homenaje a las 3 fuerzas militares del Perú. Además, cerca al café del MALBA, se observa un busto gris representando a Fernando Belaunde Terry junto con una placa cuya dedicatoria nos hace entender el porqué de esta plaza y el homenaje a sus ilustres hombres peruanos: “Gratitud eterna del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires por quien ayudó a defender la soberanía sobre nuestras Islas Malvinas; el Perú es un país tradicionalmente amigo de la Argentina. Esta es una amistad de ayer, de hoy y será de mañana”.
Muchos peruanos desconocen la existencia de esta plaza, la cual diariamente es concurrida por cientos de padres con sus niños para disfrutar del patio de juegos con el que cuenta, jóvenes estudiantes que se posan bajo sus árboles para leer un libro así como muchos que salen de trabajar y reposan sobre sus bancas. Para los peruanos, esta plaza es más que un parque, es un símbolo de nuestra presencia en la ciudad. Yo sólo voy para sentirme un rato en casa.
Plaza Perú: entre el pasado y el presente
*Ubicada en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, la Plaza Perú no sólo forma parte del paisaje capitalino sino de la simbología que une a dos países. *Historia y actualidad se comunican para fortalecer lazos de dos naciones hermanas.
En un día de paseo durante mis vacaciones en el barrio de Palermo, iba con dirección al Museo de Arte Latinoamericano (MALBA), estaba por las calles Jerónimo Salguero, Av. Figueroa Alcorta y Martín Coronado, cerca de un concurrido Centro Comercial. Descubrí un espacio verde, tranquilo, de curiosa figura liderada por una estatua de gran tamaño y muchos bustos a su alrededor.
El parque estaba bien cuidado, en perfectas condiciones y propicio para una tarde de descanso sintiendo la brisa que informaba que no estaba muy lejos del Río de La Plata. Por sus alrededores, decenas de personas deambulaban atravesando el lugar e instalándose en alguno de los sectores destinados al descanso.
Atiné a acercarme al cartel que rotulaba el nombre del lugar y para mi gran sorpresa y orgullo decía: Plaza Republica del Perú. Era la primera vez que la recorría y mientras lo hacia recordaba con nostalgia lo que en la niñez me enseñaron sobre cada uno de los personajes que allí veía. Así como Isabel Allende definió como karma histórico al recuerdo de su historia en su libro “Mi País Inventado” al mismo tiempo yo defino ese momento como nostalgia histórica.
La plaza fue creada en 1972, época en que la Argentina vivía convulsionada como consecuencia de los vestigios que permanecían debido al Cordobazo, sumadas a las distintas pugnas de poder que se bifurcaban entre un Estado dictador y grupos de izquierda diseminados por todos los rincones del país y que encontraban, muchas veces, en los atentados una forma no sólo de expresarse sino de contraer al Gobierno.
En aquel año, Alejandro Lanusse, presidente de facto, permanecía en el poder bajo severos cuestionamientos y el peronismo reagrupaba fuerzas para el próximo arribo de su líder. La comunidad peruana, predominante estudiantil, en su mayoría se mantenía al margen de las situaciones políticas.
En dicho año, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, bajo la responsabilidad artística de Roberto Burle Marx, paisajista brasilero autor de importantes plazas en América y Europa, inaugura la construcción que además impuso detalles minuciosos como la flora, la iluminación y destacó la escultura del Inca Gracilazo de la Vega.
Era un espacio de peruanidad en donde se enlazaba la historia de nuestro país y se hacía un paralelismo con la sociedad local. Figuras de significativa importancia para el Perú comenzaron a instalarse a través de placas y bustos que rememoraban pasajes fundamentales de la historia del Perú y bajo un justo homenaje que rendía la Argentina.
Con el pasar de los años, esta plaza fue nutriéndose de más personajes. Al hacer un recorrido por su espacio octogonal, encontramos en armoniosa distribución bustos como el de Francisco Bolognesi, hijo de inmigrantes genoveses, Coronel del Ejército Peruano que dio su vida por el país en la Guerra del Pacífico. Al él se le atribuye la emblemática frase “Tengo deberes soberanos que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho” que la pronunció momentos antes de la invasión chilena a Arica en 1880.
Otro de los héroes que está presente en la plaza es el aviador José Abelardo Quiñones, muerto durante la Guerra con Ecuador en 1941. Muy cerca de él hay una larga banca de concreto una placa a Víctor Raúl Haya de la Torre (quien esta por recibir un homenaje por parte de la Legislatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con un busto en su honor).
Mirando a la Av. Figueroa Alcorta hay una figura del almirante Miguel Grau Seminario, El Caballero de los Mares, considerado como máximo héroe de la Marina de Guerra del Perú y fallecido también durante la Guerra del Pacífico. Grau no sólo es sinónimo de valentía sino de intelectualidad, siendo además por varios años congresista representando a su Piura natal.
Vemos así un homenaje a las 3 fuerzas militares del Perú. Además, cerca al café del MALBA, se observa un busto gris representando a Fernando Belaunde Terry junto con una placa cuya dedicatoria nos hace entender el porqué de esta plaza y el homenaje a sus ilustres hombres peruanos: “Gratitud eterna del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires por quien ayudó a defender la soberanía sobre nuestras Islas Malvinas; el Perú es un país tradicionalmente amigo de la Argentina. Esta es una amistad de ayer, de hoy y será de mañana”.
Muchos peruanos desconocen la existencia de esta plaza, la cual diariamente es concurrida por cientos de padres con sus niños para disfrutar del patio de juegos con el que cuenta, jóvenes estudiantes que se posan bajo sus árboles para leer un libro así como muchos que salen de trabajar y reposan sobre sus bancas. Para los peruanos, esta plaza es más que un parque, es un símbolo de nuestra presencia en la ciudad. Yo sólo voy para sentirme un rato en casa.
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