Usted fue discípulo de Jordán Bruno Genta. ¿Qué nos puede decir de lo que significó él como intelectual?
Sí tuve esa gracia de ser discípulo de él desde que yo tenía 16 años, puedo decirle que para mí fue el conocimiento de Genta una experiencia fundamental en mi vida.
Todo lo que soy, todo lo que he hecho ha sido por ese encuentro que la providencia de Dios me permitió tener con Genta.
Recuerdo siempre la primera vez que lo ví, que fui a su primera clase, primera para mí pero era la última de Genta, yo me sentí cautivado, era una personalidad cautivante, fascinante, un orador nato, una claridad conceptual pocas veces vista, un hombre que tenía la verdadera pasión por la verdad, un hombre que iba desde la experiencia más inmediata del diario del día y tenía una maestría, un don docente, que a partir de ese dato del día que sacaba a lo mejor del diario La Razón de la tarde se elevaba a las eculubraciones más altas, más elevadas, se remontaba, partía desde la tierra y se remontaba, se remontaba alto, había que seguirlo y después cuando llegaba ahí, volvía.
Entonces del hecho desde donde había partido resultaba iluminado por una luz que a nosotros ni se nos hubiera ocurrido, eso era lo fascinante de Genta como intelectual más allá de su enorme visión, su fabulosa memoria, etc, él tenía esa capacidad, ese ascenso y descenso, el alma del discípulo, el alma del que lo escuchaba se sentía ascendida desde lo cotidiano hasta lo más alto de su concepción física y teológica y de allí volvía otra vez y eso le daba un ritmo, las clases de Genta tenían un ritmo, que a veces no se advertían y ese ritmo, esa capacidad, es lo que me llamó más la atención en él y me fascinó desde el primer día.
¿Qué nos puede decir a 35 años del cobarde asesinato que sufriera?
Resumiría la situación en 2 palabras: Dolor y Gloria. Dolor porque fue mucho más que mi suegro, fue un padre, sin querer adelantarme en nada al juicio definitivo de la Iglesia creo que debe ser un mártir de la Fe y es hombre de Dios.
¿Hoy ve a algún intelectual parecido a Jordán Bruno Genta?
Sí veo varios, está por ejemplo el Dr. Rafael Breide que es un hombre de gran nivel intelectual, está también el Dr. Enrique Díaz Araujo, y mi hermano Antonio, evidentemente. El Dr. Capurelli, pero él se dedica más a la parte filosófica aunque con un fuerte contenido político.
Antonio (Caponnetto) tiene de Genta, en otro estilo en otra impronta con diferencias que son importantes incluso, tiene esa pasión por la verdad,
¿Qué es el nacionalismo católico ya que algunos lo tergiversan?
Uno de los libros que nunca voy a escribir es sobre nacionalismo católico, creo que nacionalismo católico es un nombre impropio para una buena causa porque la palabra nacionalismo es una palabra equívoca no se sabe realmente que es, tiene muchas acepciones, de hecho nacionalismo hace referencia a la Nación, la Nación es el conjunto de la gente que nace, la materia de un pueblo, pero un pueblo es mucho más que una Nación, y una Patria es mucho más que un pueblo y una Nación, sin embargo, el uso impuso nacionalismo.
El nacionalismo surge en Europa en los años 28, 30, sobre todo con la experiencia del fascismo italiano y tiene diversas concreciones sobre todo con la falange española, el franquismo, al nacional socialismo no lo pondría en esto porque el nacional socialismo tiene otras raíces, incluso, hay expresiones de este tipo en Inglaterra.
Siempre esa ola de pensamientos llegó a la Argentina, la Argentina en esa época en los años 34, 35 era un país totalmente abierto a Europa, aquí ocurrió un hecho extraordinario en el nacionalismo una rama muy importante cuajo en la Argentina y dio origen a movimientos políticos que básicamente eran críticos de la democracia liberal y proponían una renovación en estos países.
Acá hay que mencionar a los hermanos Irazusta que son en ese sentido los fundadores, pero ocurrió lo siguiente ese nacionalismo, digamos, no confesional, no necesariamente anticatólico ni mucho menos, acá se fundo, se fusionó con la tradición del pensamiento católico que estaba representada por intelectuales como Tomás Casares, Mario Amadeo, Gustavo Goyeneche, en su momento Nimio de Anquín, toda esa gente fusionó las ideas del nacionalismo europeo, las corrigió de algunas desviaciones que tenían y las integró a la línea de la filosofía de la tradición católica y de ahí comienza a surgir ese fenómeno que se llamó nacionalismo católico, que es el nacionalismo pero fusionado con una concepción católica de la política por eso Genta decía: “El nacionalismo es un nacionalismo atemperado por el catolicismo porque si el catolicismo no atempera al nacionalismo, el nacionalismo se vuelve una actitud posesiva, egoísta o corre el riesgo de serlo”.
Ahí surgen figuras sumamente importantes, hay que mencionar al Padre Julio Menvielle, que fue uno de los primeros doctrinarios de esta línea, al Padre Leonardo Castellani, ahí surge ya un poco más tarde, no porque Genta fuera de otra generación sino porque Genta llega tarde a la Fe, surge él en los años 38, 39 como una de las figuras representativas de ese nacionalismo católico y con el tiempo llegó a ser, yo diría, uno de los representantes más relevantes del nacionalismo católico, tal vez yo diría sin mengua de nadie que fue él que mejor lo definió, el que mejor perfeccionó al nacionalismo católico, sobre todo en los últimos libros de Genta, “Formación política del cristiano” y “El Nacionalismo argentino”, son libros donde el nacionalismo católico adquiere una definición y una precisión doctrinaria muy acertada.
Sí tuve esa gracia de ser discípulo de él desde que yo tenía 16 años, puedo decirle que para mí fue el conocimiento de Genta una experiencia fundamental en mi vida.
Todo lo que soy, todo lo que he hecho ha sido por ese encuentro que la providencia de Dios me permitió tener con Genta.
Recuerdo siempre la primera vez que lo ví, que fui a su primera clase, primera para mí pero era la última de Genta, yo me sentí cautivado, era una personalidad cautivante, fascinante, un orador nato, una claridad conceptual pocas veces vista, un hombre que tenía la verdadera pasión por la verdad, un hombre que iba desde la experiencia más inmediata del diario del día y tenía una maestría, un don docente, que a partir de ese dato del día que sacaba a lo mejor del diario La Razón de la tarde se elevaba a las eculubraciones más altas, más elevadas, se remontaba, partía desde la tierra y se remontaba, se remontaba alto, había que seguirlo y después cuando llegaba ahí, volvía.
Entonces del hecho desde donde había partido resultaba iluminado por una luz que a nosotros ni se nos hubiera ocurrido, eso era lo fascinante de Genta como intelectual más allá de su enorme visión, su fabulosa memoria, etc, él tenía esa capacidad, ese ascenso y descenso, el alma del discípulo, el alma del que lo escuchaba se sentía ascendida desde lo cotidiano hasta lo más alto de su concepción física y teológica y de allí volvía otra vez y eso le daba un ritmo, las clases de Genta tenían un ritmo, que a veces no se advertían y ese ritmo, esa capacidad, es lo que me llamó más la atención en él y me fascinó desde el primer día.
¿Qué nos puede decir a 35 años del cobarde asesinato que sufriera?
Resumiría la situación en 2 palabras: Dolor y Gloria. Dolor porque fue mucho más que mi suegro, fue un padre, sin querer adelantarme en nada al juicio definitivo de la Iglesia creo que debe ser un mártir de la Fe y es hombre de Dios.
¿Hoy ve a algún intelectual parecido a Jordán Bruno Genta?
Sí veo varios, está por ejemplo el Dr. Rafael Breide que es un hombre de gran nivel intelectual, está también el Dr. Enrique Díaz Araujo, y mi hermano Antonio, evidentemente. El Dr. Capurelli, pero él se dedica más a la parte filosófica aunque con un fuerte contenido político.
Antonio (Caponnetto) tiene de Genta, en otro estilo en otra impronta con diferencias que son importantes incluso, tiene esa pasión por la verdad,
¿Qué es el nacionalismo católico ya que algunos lo tergiversan?
Uno de los libros que nunca voy a escribir es sobre nacionalismo católico, creo que nacionalismo católico es un nombre impropio para una buena causa porque la palabra nacionalismo es una palabra equívoca no se sabe realmente que es, tiene muchas acepciones, de hecho nacionalismo hace referencia a la Nación, la Nación es el conjunto de la gente que nace, la materia de un pueblo, pero un pueblo es mucho más que una Nación, y una Patria es mucho más que un pueblo y una Nación, sin embargo, el uso impuso nacionalismo.
El nacionalismo surge en Europa en los años 28, 30, sobre todo con la experiencia del fascismo italiano y tiene diversas concreciones sobre todo con la falange española, el franquismo, al nacional socialismo no lo pondría en esto porque el nacional socialismo tiene otras raíces, incluso, hay expresiones de este tipo en Inglaterra.
Siempre esa ola de pensamientos llegó a la Argentina, la Argentina en esa época en los años 34, 35 era un país totalmente abierto a Europa, aquí ocurrió un hecho extraordinario en el nacionalismo una rama muy importante cuajo en la Argentina y dio origen a movimientos políticos que básicamente eran críticos de la democracia liberal y proponían una renovación en estos países.
Acá hay que mencionar a los hermanos Irazusta que son en ese sentido los fundadores, pero ocurrió lo siguiente ese nacionalismo, digamos, no confesional, no necesariamente anticatólico ni mucho menos, acá se fundo, se fusionó con la tradición del pensamiento católico que estaba representada por intelectuales como Tomás Casares, Mario Amadeo, Gustavo Goyeneche, en su momento Nimio de Anquín, toda esa gente fusionó las ideas del nacionalismo europeo, las corrigió de algunas desviaciones que tenían y las integró a la línea de la filosofía de la tradición católica y de ahí comienza a surgir ese fenómeno que se llamó nacionalismo católico, que es el nacionalismo pero fusionado con una concepción católica de la política por eso Genta decía: “El nacionalismo es un nacionalismo atemperado por el catolicismo porque si el catolicismo no atempera al nacionalismo, el nacionalismo se vuelve una actitud posesiva, egoísta o corre el riesgo de serlo”.
Ahí surgen figuras sumamente importantes, hay que mencionar al Padre Julio Menvielle, que fue uno de los primeros doctrinarios de esta línea, al Padre Leonardo Castellani, ahí surge ya un poco más tarde, no porque Genta fuera de otra generación sino porque Genta llega tarde a la Fe, surge él en los años 38, 39 como una de las figuras representativas de ese nacionalismo católico y con el tiempo llegó a ser, yo diría, uno de los representantes más relevantes del nacionalismo católico, tal vez yo diría sin mengua de nadie que fue él que mejor lo definió, el que mejor perfeccionó al nacionalismo católico, sobre todo en los últimos libros de Genta, “Formación política del cristiano” y “El Nacionalismo argentino”, son libros donde el nacionalismo católico adquiere una definición y una precisión doctrinaria muy acertada.
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