Cumplido un par de meses, el gobierno de Ollanta ha enviado una delegación altamente representativa, encabezada por la primera vicepresidenta de la República.
El motivo que consta en la resolución que firma el presidente Humala, es para “una visita de trabajo” con relación a la “agenda bilateral en materia de cooperación”.
Cuba está gobernada por un régimen comunista, que se instaló en 1959, hace 52 años, y la camarilla de los hermanos Castro se ha mantenido en el poder a sangre y fuego, constituyéndose en el régimen de mayores violaciones a los derechos humanos de América.
Además, el régimen comunista cubano ha sido agresor del Perú, atentó contra nuestra paz y nuestra seguridad nacional, adiestrando jóvenes peruanos en técnicas guerrilleras, envenenándolos con la ideología mortífera del marxismo-leninismo y financiándoles su retorno al Perú para dar inicio a la guerra revolucionaria.
Bajo la sombra del comunismo cubano se inauguró en nuestro territorio la guerra de guerrillas, instrumento y método comunista por excelencia para ganar el poder. Como consecuencia muchos peruanos murieron, por responsabilidad y culpa del régimen castrista. Sin embargo, por ese daño causado, el gobierno de Cuba nunca ha pedido perdón al Perú, ni ha reparado los daños infringidos a las familias que enlutó. No ha habido comisión de la verdad, ni reparaciones.
No ha sido una nota que cause gusto, la participación de la primera vicepresidenta del Perú en una ceremonia al pie de un monumento con el rostro del vil asesino Ernesto Guevara, alias el “Che”. Jefe de los campos de concentración y de exterminio “La Cabaña” y “Guanacahabibes”, símbolos imperecederos del holocausto cubano.
Él, el “Che” Guevara no murió en pro los derechos humanos de nadie, sino arremetiendo y atentando contra los derechos humanos de los pueblos hermanos de Hispanoamérica. Tras la caída de Batista, quien co-gobernaba con el Partido Comunista Cubano, el “Ché” Guevara se constituyó en juez y verdugo de los principales líderes de la juventud católica cubana y de los valientes disidentes cubanos, clérigos y religiosas, que se enfrentaron al paredón de fusilamiento, si es que no eran cruelmente asesinados por las propias manos del excéntrico guerrillero de origen argentino.
Por eso, cuando hay acciones que ocultan y encubren los actos reprobables, se dice que es una alcahuetería. Así he querido titular este artículo de opinión, no por insultar a nadie, sino para describir que no hay mayor alcahuetería que intentar encubrir el genocidio castro-comunista, exigiendo a la comunidad internacional el reconocimiento pacífico de un régimen que nació y creció maquinando y destrozando los derechos del pueblo cubano y de la Iglesia Católica cubana.
El régimen del histriónico Fidel Castro ¿qué puede enseñar al Perú en educación y en cultura, en deportes y en salud? Siendo, como lo es, el responsable de la peor involución democrática de Cuba.
El motivo que consta en la resolución que firma el presidente Humala, es para “una visita de trabajo” con relación a la “agenda bilateral en materia de cooperación”.
Cuba está gobernada por un régimen comunista, que se instaló en 1959, hace 52 años, y la camarilla de los hermanos Castro se ha mantenido en el poder a sangre y fuego, constituyéndose en el régimen de mayores violaciones a los derechos humanos de América.
Además, el régimen comunista cubano ha sido agresor del Perú, atentó contra nuestra paz y nuestra seguridad nacional, adiestrando jóvenes peruanos en técnicas guerrilleras, envenenándolos con la ideología mortífera del marxismo-leninismo y financiándoles su retorno al Perú para dar inicio a la guerra revolucionaria.
Bajo la sombra del comunismo cubano se inauguró en nuestro territorio la guerra de guerrillas, instrumento y método comunista por excelencia para ganar el poder. Como consecuencia muchos peruanos murieron, por responsabilidad y culpa del régimen castrista. Sin embargo, por ese daño causado, el gobierno de Cuba nunca ha pedido perdón al Perú, ni ha reparado los daños infringidos a las familias que enlutó. No ha habido comisión de la verdad, ni reparaciones.
No ha sido una nota que cause gusto, la participación de la primera vicepresidenta del Perú en una ceremonia al pie de un monumento con el rostro del vil asesino Ernesto Guevara, alias el “Che”. Jefe de los campos de concentración y de exterminio “La Cabaña” y “Guanacahabibes”, símbolos imperecederos del holocausto cubano.
Él, el “Che” Guevara no murió en pro los derechos humanos de nadie, sino arremetiendo y atentando contra los derechos humanos de los pueblos hermanos de Hispanoamérica. Tras la caída de Batista, quien co-gobernaba con el Partido Comunista Cubano, el “Ché” Guevara se constituyó en juez y verdugo de los principales líderes de la juventud católica cubana y de los valientes disidentes cubanos, clérigos y religiosas, que se enfrentaron al paredón de fusilamiento, si es que no eran cruelmente asesinados por las propias manos del excéntrico guerrillero de origen argentino.
Por eso, cuando hay acciones que ocultan y encubren los actos reprobables, se dice que es una alcahuetería. Así he querido titular este artículo de opinión, no por insultar a nadie, sino para describir que no hay mayor alcahuetería que intentar encubrir el genocidio castro-comunista, exigiendo a la comunidad internacional el reconocimiento pacífico de un régimen que nació y creció maquinando y destrozando los derechos del pueblo cubano y de la Iglesia Católica cubana.
El régimen del histriónico Fidel Castro ¿qué puede enseñar al Perú en educación y en cultura, en deportes y en salud? Siendo, como lo es, el responsable de la peor involución democrática de Cuba.
Por Sergio Tapia Tapia
Diario “La Razón”, Lima, jueves 6 de octubre de 2011.
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